domingo, 24 de abril de 2011

Caligrafías de olvido.


No soy católico practicante. Mi hogar siempre fue un claro ejemplo de libertad de elecciones: nunca nos exigieron ir a cumplir ritos en ningún lugar de culto, nunca nos exigieron hacer la Primera Comunión o la Confirmación, nunca nos exigieron ir a misa los domingos. Aún así conocí bien los principios y dogmas de la Iglesia Católica, pero también un poco los de la Iglesia Pentecostal, un poco los del Budismo, un poco los del Hinduismo, un poco los del mundo Musulmán. No me declaro seguidor de ninguna religión pero tampoco soy ateo. No creo en Dios, en cambio, estoy seguro de su existencia gracias a muchas experiencias vividas y que pocos creerían.
Entre los tantos cuentos de esos que recuerdo desde mi infancia existe uno que se convirtió en mítico: siempre en Viernes Santo llueve a las 3 pm, hora de muerte de Jesús. Este año fue diferente. A las 3 pm no llovió, no hubo nubes, ni un indicio de agua caída del cielo. Desde que pude imaginar y crear supuse que aquella causa de la misteriosa lluvia era simplemente el mismo Dios, que recordaba la muerte de su hijo y lloraba de alegría por lo que esto significaba: la tristeza de la muerte de su hijo encarnado y el perdón al pecado original un día después, en la resurrección.
Pero hoy no llovió. En cambio, en muchos lugares cristianos y no cristianos del mundo, muchas personas cometen actos que injurian a la humanidad misma, muchas veces por necesidad, otras por placer, otras por venganza. En mi cielo no hubo nubes, ni de cerca ni de lejos. En mi cielo Dios no lloró, ni siquiera lanzó un corto suspiro de desaliento o felicidad. En mi cielo no llovió quizá por la inconsciencia de los hombres: antropofagia cultural, económica, política, social, familiar. Los hombres se consumen unos a otros en una sangrienta lucha digna del mayor espectáculo de un reality por ejemplo, en parte fantasía, en parte ignominia. “Perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc. 23, 34) fueron las primeras palabras de este hombre hace 2011 años, cuyo nacimiento rompe la historia de occidente en dos; gracias a su muerte, resurrección y ascensión (si esto es posible) se dividió la religión judía en la nueva fuerza multitudinaria de occidente que cada vez pierde más adeptos en cultos que parecieran exigir entrega absoluta a los principios, dogmas, leyes y normas que cuidan como algo digno de atesorar.
El, Viernes Santo, no llovió en mi cielo y aunque siempre me he sentido antihumanista debido a varios motivos que espero exponer luego, me sentí mas humanos que nunca al darme cuenta que mis propias acciones pueden haber hecho que no lloviera. Pero un grano de arena no hace gran diferencia en una playa. En cambio muchos granos de arena si la hacen. La humanidad es cada vez más algo inhumano, deberíamos buscar nuevas rutas y sentidos en esta época de crisis de sentidos. Amén por los hermanos muertos en nombre del desarrollo, del progreso, de políticas sucias, de imposiciones culturales, de irrespetos sociales, de familias que solo son familias por un apellido común, de analfabetismo económico en manos de un capitalismo voraz y creador de “innecesidades” obligadas. Amén por la muerte de mi creencia mítica, sustento de muchas otras que reevaluaré desde hoy. Seré más práctico. Seré más irreligioso creyente. Seré un poco más inhumanista. Seré otro muerto del sistema. Amén
Felipe Vargas Molina

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