martes, 25 de enero de 2011

Simples paradojas

La religión y Dios por milenios han coexistido en la mente del hombre; “El hombre en su orgullo, creó a Dios a imagen y semejanza” dijo Nietzsche en aquella ocasión y repetirían después miles de personas hasta hoy. Ese alemán testarudo tal vez, en su orgullo, se dio cuenta lo absurdo de la existencia de Dios y las religiones en la historia.
Ya está muy gastado el tema de las guerras de religiones y las persecusiones a creyentes en todos los tiempos, más aún, las discusiones sobre la religión en la sociología, la filosofía, la política y el derecho, aunque esta vez, encontraríamos una particularmente paradójica:
Desde la Constitución de los Estados Unidos de América de 1787 se consagró una cláusula denominada preámbulo y muchas Constituciones en la actualidad la conservaron con diferencias conceptuales por supuesto; el preámbulo es el primer fragmento o parte de la Constitución y en ella se consagran los objetivos o fines que deben ser alcanzados y respetados por el pueblo.
La discusión en Colombia alrededor de 200 años – volviendo al tema que animó este escrito – era si en el preámbulo de la Constitución debía estipularse algo referido a Dios, es decir, nombrando a Dios como suprema autoridad (CN 1886), creador o legislador del universo (CN 1821) o invocando su protección (CP 1991). Y en realidad esa discusión no se dio solo en Colombia, sino en la mayoría de Estados nacionales latinoamericanos y confesionales a nivel mundial.
Como mencionamos anteriormente, nuestra última constitución (1991) consagró el precepto “invocando la protección de Dios” muy a pesar de la sugerencia de Gabriel García Márquez que sugirió “invocando la protección de todos los Dioses de Colombia”. Sucedieron así, maravillosas discusiones y oratorias en defensa o en oposición al otorgamiento de una posición privilegiada a Dios en la Constitución. Lo paradójico, es que en la Constitución del Estado de la Ciudad del Vaticano, donde Dios debió ser mencionado en el preámbulo, lo echaron de menos.
En Colombia y en otras Naciones vamos a la guerra y discutimos con tanta seriedad por la religión o el lugar de Dios en el Estado manifestado en el preámbulo de la Constitución. Ya desde 1929 el sumo pontífice nos había demostrado lo absurdo y paradójico que era el tema.
Alejandro Guzmán Rendón

martes, 18 de enero de 2011

Y eso a mí ¿para qué me sirve?

Es cierto, las aplicaciones de las matemáticas, son invisibles, es una ciencia mal conocida y poco apreciada. Recién iniciando mis estudios universitarios en matemáticas, alguna familiar me dijo, eso a la hora de parir no sirve para nada, es cierto, a la hora de parir no sirve para nada.
La mayoría del contacto de la gente con las matemáticas en sus años de escuela, donde muchos lamentan estudiar algebra y limites, luego confirman que en serio, eso no sirvió para nada, que todo el tedio de aprenderse las tablas de multiplicar o aprender a derivar fue una completa pérdida de tiempo que nunca volverán a recordar ¿de qué le sirve a alguien estudiar y saber matemáticas?

He de decir que en realidad es frustrante materializar la innocuidad de las matemáticas, solo sirven para poner en órbita un satélite, ubicar un objeto en un GPS, llenar una caja con el máximo número de naranjas, apilar manzanas, cablear la red de telefonía, convertir una imagen a digital, diseñar las curvas de las autopistas, dibujar mapas, optimizar el presupuesto de una empresa, en verdad no tienen ninguna aplicación, no sirve de nada saber matemáticas, si uno no vive en este mundo.

En una era como la nuestra donde estamos rodeados de tecnologías y con la creciente necesidad de desarrollo, saber matemáticas es cualquier cosa menos inútil, ya cuando tomas tu teléfono fijo, y mercas un número te conectas con una complejísima red de cableados que asegura que todos los teléfonos se comuniquen con todos, constantemente, todos los teléfonos fijos del planeta están dispuestos a comunicación, y eso no se hace por arte de magia, en primer lugar cuando levantas el teléfono y marcas envías la información al conmutador más cercano, ese lo envía a otro que esté más cercano al destino, en ocasiones la información puede pasar por varios conmutadores para llegar a su destino, son cientos de conmutadores por cuidad y todos están conectados entre sí, el reparto de los usuarios en la cuidad y de los conmutadores para optimizar el funcionamiento requiere de complejísimos algoritmos matemáticos, este problema se resuelve con teoría de grafos, por ejemplo.

Uno podría dar muchos ejemplos de la utilidad de las matemáticas, pero eso no va a hacer que sea vista con otros ojos, solo espero que aquellos que disfrutan de las matemáticas entiendan su magnitud e importancia y no se dejen de trabajar, es más estoy segura que no se dejarán de trabajar.


Dolly-chan