Eran tal vez la una o dos de la mañana, en medio de lágrimas, nostalgia, adrenalina y una rabia infinita. Cerraron la puerta de su casa y se abrieron paso entre el cafetal. Dejaban su hogar, su historia, su gente. No fue producto de sus voluntades sino la de un grupo guerrillero. Dos horas después llegaban a la cabecera municipal, la muda de ropa puesta, sus documentos y el pasaje a Manizales eran sus propiedades.
Estos relatos son uno más de los que forma parte del acontecer de varios millones de colombianos en el país, pero en Manizales no hay muchos de ellos. En la época de la violencia de partidos Don Isidro fue bastante conocido por generar desplazamientos en Pácora y Aguadas. Pero desplazamiento por guerrilla o paramilitares hacia Manizales en la actualidad más bien pocos (digamos pocos en tanto visibles).
Cuando llegaron a Manizales, la familia fue acogida por un familiar, de allí en adelante comenzó el difícil proceso de resocialización (psicológica, laboral, académica, etc.). Seguramente ellos nunca vieron un programa de Jorge Duque Linares, ni leyeron la colección completa de Osho o Walter Riso, es posible que no tengan diplomado en PNL o terapias de auto sanación, pero lo que me consta es que en una de las integrantes de esa familia está la actitud positiva, lo que nosotros los paisas llamamos verraquera.
Entonces, algunos dirán que eso es mierda, que eso de la actitud positiva o ser positivo o el PNL es basura; es posible, pero este es uno de tantos en los que se muestra que si las personas quieren pueden lograr lo que se proponen. Luego de ser desplazados de la violencia, padre y madre trabajan en Manizales (una de las ciudades con mayor índice de desempleo en Colombia), y sus cuatro hijas estudian y quieren ser profesionales. La madre, protagonista de este caso real, me hace la vida más amena a mí con su trabajo y debo decir que lo hace muy bien y me transmite su amor por el trabajo, su actitud positiva, buena vibra.
No quiero imaginar que hubiese sido de ellos si se dejaran llevar por una actitud derrotista o conformista, o incluso resentida.
Casos como estos son los que hacen que uno vea que el problema del conflicto social no se ve por teléfono sino que lo tenemos en silencio en nuestras calles, y además me pone a pensar si realmente hay algo en la mente humana que hace que unos puedan y otros simplemente no lo hagan.
Yes we can
Alejandro Guzmán Rendón